Contracorriente

Va comiéndome la vida
dejándome mordidos los huesos.
Sólo un soplo de aire
y viajaré donde no haya nadie.
Quizás me agarre a un poste
y sea capaz de aguantar,
aunque, la verdad, no lo espero.
Si tuviera al menos a alguien,
una mano que poder agarrar,
seguramente me iría mejor.
Pero estoy solo, y es lo que hay.
Así que me quedaré en la ciudad
donde siempre hay una farola
en la que poder sujetarse.
Caminaré pegado a la pared
y dormiré tapado por las noches.
Si algún día vienes a visitarme
no te olvides de cerrar la puerta,
la corriente podría matarme.

Sigo creciendo

Y un día crecí….
Perdiendo utopías y ganando miedos.
Cambiando el caramelo por el cigarrillo.
Pasando de querer besar a querer tocar
y de la mano sobrando ya cuatro dedos.
Dejando de soportar a la gente
y en el metro mareándome del olor.
El espejo no queriéndome mirar de perfil
y los pelos empezando a salir de la nariz.

Y sigo creciendo….
Y a veces pienso que no aprenderé más
que ya todo se resume en lo que sé,
que lo que pase ya pasará
y que cada día pierdo el tiempo.
Me he vuelto un hipocondríaco
y sueño con la muerte una vez al mes.
Si hay tormenta me duele la cabeza
y si se va la luz pienso en la nevera.
Ya no me levanto después de las nueve
y si alguien llega tarde me cabreo.

Si sigo creciendo
acabaré convirtiéndome en lo que siempre detesté

Entonces

Mi boca se desangra
y a trozos cae al suelo.
Mis ojos se apagan
y ya no veo nada.
Mis oídos se saturan
y se hace el silencio.
Mis manos se cierran
y los nudillos me golpean.
Mi nariz se tapona
y desaparece la fragancia.
Mi vida se consume
en un sinsentido deforme.
Mi corazón se para
y ya no siento nada.
Si ya no te puedo besar,
ni verte cada madrugada.
Si tu voz ya no me llama,
y ya no te puedo tocar.
Si la cama ya no abriga tu aroma,
entonces .........

Orgullo

Hoy tenía que haber llorado
pero no lloré.
Hoy tenía que haber dicho algo
pero me callé.
Hoy tenía que haber dado un abrazo
pero me escondí.
Hoy tenía que haberme quedado
pero me marché.

Y ya me arrepiento.

Sombras azuladas

Vivo entre sombras azuladas
de esas que te abrazan en el silencio
y de un tiempo a esta parte así soy.
Sé que no digo nada que tenga interés
y que soy el peor amigo que se pueda tener.
Sé que no soy un ejemplo a seguir.
Sé bien que siempre seré una esperanza,
alguien a quien poder cambiar,
una apuesta que nunca ganará.
Sé que mi egoísmo no entiende de nadie más.
Sé que lo mío no es aprender.
Sé que lo mío es
sentarme a la mesa con una taza de café,
encender un cigarrillo y escribir
que vivo entre sombras azuladas.

Reencuentro II

¿Qué tal?
¿Cuanto tiempo verdad?

“Y la vida que no te ha cambiado
ni su deformidad, ni su hambre,
ni su insaciable manejo del dolor
ni los sustos, ni la sal.”


¿Cómo estás?
Hace tanto que no nos vemos.
Muchas veces me acuerdo
de aquellos años
fumando la cuenta atrás
riendo apoyados contra la pared
soñando con poder volver
a volar en una casa de papel.
¿Te acuerdas?
Pero cuéntame algo de ti,
dime cómo te va ahora,
aunque con verte sé que te va bien
¿y ese color de pelo?
Lo siento, es que me ha sorprendido.
Ya sabes, se me da mal hablar.
Lo sé, te tienes que ir, perdona.
Es que te he visto y he sentido que estábamos
donde antes, donde hace tanto tiempo,
calando el aire,
hablando de trivialidades. Ya ves.
Siempre he soñado despierto, ya sabes.
Siempre me hiciste sentir bien.
Me alegro de haberte visto, de verdad,
estás como te recordaba.
Estás muy guapa.
Y por cierto, te sienta ese color de pelo muy bien.
Un beso.
Nos vemos.

“Me iba mejor cuando era un cabrón.
Me sentía mal, pero no patético”

Un día cualquiera

Levantarme la primera parte.
Una alegría el café recién hecho,
el primer cigarro del día.
Me gusta vivir la rutina
y amanecer en un gran atasco.
Ojos hinchados, gafas de sol,
malas noticias y risas perdidas.
El retrovisor es
una ventana a la reflexión
donde alguien duerme, ríe, canta
o no dice nada a bocanadas.
Cada uno con su vida reflejada
en el gesto torcido de su cara.

Un ordenador lleno de cartas
que se leen en dos patadas.
Segundo café y otro sabor.
Pulsaciones, caladas, un baño,
más café, más cartas y llamadas.
Un libro en una barra y vuela la imaginación.
Coca-cola y sándwich mixto
y el cuarto café que me empalaga.

Menos de todo, más de nada,
menos ganas o más desganado,
da igual. Son tardes perdidas.

Lo mejor siempre será
lo que venga después.

Acostados II

Me acuesto y tengo miedo.
El silencio aplasta mi lengua
y los gestos se deforman.
No me muevo.
No actúo.
Húmedos los ojos.
No sé qué hacer.
La impotencia es mi cuerpo.
El futuro es algo incierto.
Todo se desmorona, y yo el primero.
Miedo.
A que no estés al amanecer.
Tengo miedo.
No soy perfecto.
No puedo.
Estoy agarrotado y muerto de miedo.
Abrázame.
Y no me sueltes.

Acostados

Somos un deseo y la rutina
es lo que nos queremos.
Tu cara apoyada en la almohada
cierra sus ojos y dice que me amas.

Somos lo que nos perdonamos
porque nos queremos.
Mi mano acariciando tu espalda
escribiendo en tu piel que te amo.

Queridos Reyes Magos

No sé lo que está pasando
que ya no existe ni la utopía.
Que nadie quiere luchar por nada
que merezca un poco la pena.
Que no pintamos ya una mierda.
Hacen y deshacen a nuestras espaldas
y nos echan a la puta calle.
Parece que no nos damos cuenta
y que el sistema nos ha matado.

Nadie me da una respuesta
y todos asienten
“Qué razón tienes”

Esta Navidad quiero pediros
que vuestra magia
nos devuelva la conciencia.

La verdad

No sé que será de mí si tú no estás.
No sé que haré sin ti.
Ya no soy otra cosa que tú.

Madurez

Sentado sobre una silla enmudeció.
En la ventana se dibujaba el momento presente
y el pasado se rescribía en su mente.
Inmóvil frente a un papel en blanco
su mano sujetaba una estilográfica.
A primera vista no ocurría nada
pero su alma había salido volando por la ventana.
Y así pasaron los días, impertérritos.
Repasó su vida desde el primer día
hasta que por fin llegó al momento en el que
todo se paró quedándose vacío para siempre.
Viendo que su alma le saludaba desde
el otro lado de la ventana, y Wendy no estaba
para ayudarle a atraparla, se lanzó a por ella.
Tardó casi unos diez segundos en desvanecerse.
Bajó un ángel y agarró su alma burlona.
Indignado se precipitó contra el suelo
y cuando se hallaba a dos metros de él
la lanzó con todas sus fuerzas para que
de un solo golpe llegara al mismo infierno.
La gente que se encontraba en torno al cuerpo
de pronto sintió como el frío calaba sus huesos
sin saber que era nuestro ángel que a su lado
posaba su mano sobre el inerte pecho haciendo
que aquél Peter Pan reviviera de nuevo.

Al despertar pudo escuchar una voz
que llorando desde su interior le decía
“ahora tendremos que soportarnos”.

USN

La particularidad tiene un definido final.
Una fina línea separa el ser de la vulgaridad.
Ahora soy yo, pero también soy uno más.
Me revuelve el estómago ser como ellos
y dejarme atrapar por su precariedad.
Yo no me conformo, nunca lo haré,
si puedo quiero ser cada día peor
evolucionar en más de una dirección.
Envejecer y no reconocerme en el espejo.
Que mi sombra no me refleje.
Dar un paso y otro y todos diferentes.
Que en mi epitafio ponga “un ser de la nada”