Del reproche a la aceptación

1.Reproches

Caminando por la calle cansancio,
la espalda encorvada y dolor de pies.
La distancia cada minuto se alarga
y ya no recuerdo ninguna cara.
Dime ¿Qué será de mí? Dime algo.
No te quedes callada y habla.
Hazlo de una puta vez.
Nunca me ayudas nada.
Nunca dices nada.

2.Desesperación

Voy destino a ningún lugar y la nada
esperando a que me digas la verdad.
Necesito saber si cuento contigo,
o si por el contrario me volverás a engañar.
Necesito que me repitas otra vez
“juntos en la salud y en la enfermedad,
para siempre, hasta la muerte y más allá.”
Necesito volver a creer en ti.
Sino, no podré vivir pensando que
cada día me engañas con otro
en cualquier momento o lugar.
Dime algo, dime que nunca pasará.
Por favor, habla, estoy desesperado.

3.Después del silencio

Aunque sea miénteme,
necesito confiar, creer que no pasará,
no pensar en ello nunca más.
Ayúdame.
Es lo único que te pido.

4.Rebajarse

Te quiero, te amo, te perdono.
Lo demás me da igual.
Lo pasado, pasado está.
Lo importante ahora es estar juntos
y superarlo. Dime que quieres hacerlo.
Todo será como al principio,
como cuando nos conocimos.
Como si esto fuera una oportunidad
para volver a empezar de nuevo.

Te quiero ¿me quieres?
Dime que no volverá a pasar.

5.Respuesta

No lo sé.
Te quiero, pero no sé si volverá a pasar.
No lo sé.
No lo sé.

6.Humillación y Aceptación.

Lo que pasará

Puede que ya no te acuerdes
que el tiempo borre el pasado.
Nunca corrí demasiado rápido
pero ya me siento algo viejo.
Ya no pienso en lo que pudo ser
y si juntos hubiésemos sido algo.
Tengo asumido que nunca fue
y que tú ya me habrás olvidado.
Pero repaso fotos y me arrepiento
de no haber aprovechado el momento
dejándote marchar a un lugar lejos,
tan lejos que nunca te volví a ver,
donde tu vida se mudó
a otro idioma y a otros cuerpos.

Ya da igual, nunca lo sabré.
Quizás hubiera estado bien
pero sólo durante un tiempo.
Ahora no quiero pensar en eso.
Después de diez años mañana te veré
y me alegraré de poder hacerlo.
Hablaremos de lo que nos ha pasado,
sólo de lo bueno ignorando lo malo
sin reconocer que quizás nos equivocamos
porque nunca pudimos hablarnos claro.
Nos despediremos y prometeremos
volvernos a ver en poco tiempo
sabiendo que nadie dará el siguiente paso
y que volverá a pasar un mundo entero.

El mismo final, el mismo cuento,
esa es la realidad. Mejor saberlo.

Promesas cumplidas

Madrid se caminaba sobre cenizas.
Mis pies descalzos por la calle avanzaban
en busca de una fatal comendadora.
Era Agosto y la noche empezaba a calar
en una recogida plaza cerca de Conde Duque.
Al fondo un café empotrado en la fachada
que Medem un día iluminó con un rayo de sol.
Antes de avanzar siempre me paraba
para imaginar a Lucía cantando a la vida.
Era como una llamada a la felicidad
donde todos los finales nunca acaban mal.

Mesas vacías repletas de nostalgia
donde me sentaba a la vera de una cerveza
y encendía un cigarro esperando.
La gente llegaba en parejas y en silencio
tratando de no molestar a los solitarios.
Hasta que llegó ella.
No era el primer día que quedábamos,
pero se convirtió en una promesa,
porque esa espesa noche, borrachos,
nos prometimos volver allí cada año
el resto de nuestras vidas, juntos,
y de noche cantar a un rayo de sol.

Años después la promesa se transformó
y ahora, cada día, al amanecer,
la luz ilumina mi cara despertando mis ojos
y veo a mi lado a la mujer que más amo.
Cada año, cuando volvemos,
hablamos y bebemos
enamorándonos de nuevo.

N-360

Suspiros de primavera en un cuarto oscuro.
Bajada la persiana se hace el silencio y escucho el llanto del motor.
El aire se contamina mientras infinitos teoremas y algoritmos vienen a mi mente.
La ciencia de la vida siempre fue mi tema preferido y más recurrente.
Un escalofrío me revuelve por dentro. Siempre he sabido que decir.
Dentro de poco se encenderán las estrellas y de nuevo entrará la luz.
Ahora toca esperar y respirar hondo y profundo.
Elegí un color sobre un tapete verde y una carambola decidió el siguiente paso.
Pronto todos me olvidarán y pondrán mi nombre a una vida inexistente.
Un fotograma me inmortalizará, para siempre. Un segundo eterno.
Mi respiración suena ahogada y me descompone. Enciendo la radio.
Juego sobre la nieve al lado de una casa de madera.
Enciendo la chimenea y aspiro el olor a madera quemada.
El humo me envuelve con una suave melodía meciéndome lentamente.
Cierro los ojos y sólo un rostro viene a mi mente.
Quise volver pero me dejé llevar. No hay marcha atrás.
Una sombra se agita y desaparece.

Defiendo

Defiendo ser mendigo para pedir
que me den un poco de felicidad. Nada caro.
Defiendo soñar con un mundo mejor
donde cada día sea en verdad un día nuevo.
Defiendo una libertad llena de valores
y que el respeto empiece en uno mismo.
Defiendo la diversidad, y que en el trato
no haya desigualdad y sólo opinión.
Que mi alma se rompa y desmorone
si lo que defiendo con ello se consiguiera.
Que una paloma blanca se cague
en la estampa de la estatua que
de mi sacrificio se erija en el parque,
si tú vienes y limpias mi cara
con el pañuelo que antes utilizabas
para secar las lágrimas que ya no derramas.
Que la muerte sea el final de lo mejor
y no el principio de algo que no sabemos.
Defiendo la religión de la vida
donde disfrutar de cada día
sin pensar en el juicio final,
y exhaustos encontrar
un merecido descanso eterno.
Defiendo lo que defiendo
porque creo en ello.