Semana Santa

No hay canciones tristes,
sólo canciones y nuestra tristeza.
Entender lo que nos pasa
no se descubre leyendo.
No sabemos entendernos
como tampoco entendemos a los demás.
No es un juego de palabras
ni trato de decir nada.
Sólo pienso en voz alta
tratando de cuidar la letra
y hacerme entender que llegará el día
en que me muera y desaparezca.
No es fácil, créeme, no es fácil
comprender que nada perdura
y que cada día una pieza se derrumba
haciendo retumbar el suelo
que un día acogerá mi tumba.
Nunca sabré responder
a las preguntas que me hacen
si antes no puedo responder
a las preguntas que me hago.
No tiene sentido tener fe
y no preguntarse los porqués.
No tiene sentido temer
lo que seguro ocurrirá.
Así somos de beatos.
Una masa de temores y dudas,
de cantos y procesiones,
entregados hasta la médula,
extendiendo las manos
para tocar la dolorosa imagen
que nada tiene que ver
con lo que en realidad fue.
El alma es una ilusión
como lo es su salvación.
En realidad nada tiene sentido
pero hay gente que consigue dárselo.
Yo no puedo, lo siento,
aunque puedo comprender
la necesidad de hacerlo.

La carta

Ayer no hubo dolor, sólo temblor
ante un momento indecente.
Solitarios minutos trasnochados
que se ocultan tras el viento
en un caminar desacompasado,
de cojera y bastón de cemento.
Se contagió el mundo entero
y el miedo bailó alrededor
de la vida y de la muerte.
Nadie lo sintió como yo.

El final de los tiempos
y yo intentando no fallar,
descubriendo la debilidad
de las almas inhumanas.
Que son ellos y nadie más.
Todos sin excepción. Execrables.
Lamentables hienas y víboras
de lengua bífida y plenas de veneno.
Me miran mal.

Quieto, salí corriendo en un impulso,
sin moverme. Como la poesía.
Lo que fue, simplemente fue,
nada más, sólo eso, suspiros.
Y el centro de gravedad a la deriva.
Como en un cuento sin final.

Hoy la gente no se ríe, ahora
ya nadie es feliz con su basura.
Todo continúa como antes de ayer
y yo rendido ya no digo nada.
Lo que pasó está escrito en una carta
que guardo en un bolsillo entre tinieblas.