Heroína

Nadie me dijo que esto sería así.
Nunca pensé lo suficiente en ello.
Alucinaciones invaden mi camino
entorpeciendo lo que no veo
y haciéndome caer sin frenos.
Nadie me dijo que yo sería así.
La calle se derrumba a cada paso
que voy dando desequilibrado.
¡Mírame! ¡Maldita sea!
Mírame y vomita con lo que ves.
No te cortes porque entiendo lo que sea,
no en vano, yo ya no soy lo que era.

Me desnudo con las manos dormidas
y me tuerzo en el intento las muñecas.
Entonces me tiro al suelo y lucho
contra pantalones y camisetas.
Con la boca estiro el nudo de la goma
que asfixia mi adormilado antebrazo
mostrando al aire todas mis venas.
Con todo preparado tardo media hora
en poder empotrar la muerte en la musa.
Estoy en vena.

Nada que ya nadie pueda decirme.
Todo el dolor, tantas lágrimas,
ahora todo desaparece.
Allí estaré, todo lo que quieras,
toda mi vida, para ti por siempre jamás.
Ahora por fin veo que es lo que quiero.
Ahora sé por qué quiero y no puedo.
Ahora sé que por fin me muero.
Y allí me iré, solo, como ahora me veo,
desnudo tirado en el suelo
con una aguja agarrada a una veta
a la puerta donde se cierra el cielo.

Paz, tiempo para mí, para la razón.
Huyo en busca del ansiado tránsito
que vestido de blanco me espera
al final del corredor para acunarme
entre sus brazos llenos de amor
y devolverme a la vida otra vez.
¡Maldita sea! Ahora el que vomita soy yo.

No tuve fuerzas para poder presionar
con mis manos muertas la cánula
en su totalidad y me quedé a la mitad
mientras gravitaba por un universo fetal
de armonía, tranquilidad y calma total.
¡Maldita sea! ¡Podía volar, joder!
Me habéis jodido sin daros cuenta.
¡Coño! Dejadme morir en vena

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