Un día cualquiera

Levantarme la primera parte.
Una alegría el café recién hecho,
el primer cigarro del día.
Me gusta vivir la rutina
y amanecer en un gran atasco.
Ojos hinchados, gafas de sol,
malas noticias y risas perdidas.
El retrovisor es
una ventana a la reflexión
donde alguien duerme, ríe, canta
o no dice nada a bocanadas.
Cada uno con su vida reflejada
en el gesto torcido de su cara.

Un ordenador lleno de cartas
que se leen en dos patadas.
Segundo café y otro sabor.
Pulsaciones, caladas, un baño,
más café, más cartas y llamadas.
Un libro en una barra y vuela la imaginación.
Coca-cola y sándwich mixto
y el cuarto café que me empalaga.

Menos de todo, más de nada,
menos ganas o más desganado,
da igual. Son tardes perdidas.

Lo mejor siempre será
lo que venga después.

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