Un secreto

He encontrado las llaves entre el fango
donde me tiré y buceé durante años buscando.
Hubiera preferido el azul del cielo
y los mares golpeando contra un acantilado.
Y ahora que las he encontrado ¿qué hago?

La luz, por desgracia, mis ojos no la aguantan
acostumbrados a navegar en el negro lodo.
La gente no es más que propaganda barata
pidiéndome que busque sus ideas enterradas.
Colándose en mi vida llenando espacios
que nunca estuvieron y que ahora faltan.
Las olas golpean los muros de mi alma.
Esto no es lo que yo esperaba.

Yo soñaba con abrir el cielo a horcajadas
y respirar el aire puro del infinito paraíso.
Soñaba con estrechas calles embarradas,
con un manzano a la salida de mi casa,
con un río donde humedecer el alma,
y un olmo, y la luna, y el sol cada mañana.
Imaginaba mis pisadas llenas de colores
dejando huella con letras estampadas.
Pero encontré lo que buscaba

Me equivoqué.
(Saco una china y la quemo entera.)
Lo que importa es tener algo que buscar.
Yo ahora no tengo nada qué hacer
y cada día que pasa me abandono un poco más.
Tumbado a la sombra de un olmo doy una calada
huyendo de un sol de justicia
mientras miro un río donde arrojo mis penas
con la luna queriendo aparecer a lo lejos
para iluminar la estampa de un pequeño pueblo
que por la noche siempre es difícil de encontrar.

(Se acerca la hora de cenar) Pasearé.
Luego recogeré unos tomates del huerto
y me haré un par de huevos bien frescos
que me regaló el otro día la Señora Tomasa
recién cogidos a sus gallinas – según decía-.
Leeré un libro que tengo ganas de empezar
y me quedaré transpuesto admirando la luna
iluminando la ladera y las perfectas estrellas
que aquí brillan con todo su esplendor.

Os diré un secreto, ¡me aburro!

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