Un día de Marzo

Hace un momento,
yo,
un hombre, quizá,
de pie, a la sombra de Dios,
públicamente,
en un lugar hundido
dentro del mundo
conquistado por el hombre,
al contemplar tu rostro
regado por la felicidad,
he representado en el aire limpio de este día
la palabra:
amor

La he dicho para siempre.
Para todos, también.
Yo la he abrazado,
la he elegido entre otras muchas,
la he empujado con mi aliento,
y la he lanzado,
palabra o razón,
de nuevo al aire,
al sol,
hoy.

Pasa el tiempo

Pasa el tiempo infinito de los años y los días
y no quiero pensar que ahora esto me suceda,
que los años marchitos nublen lo que yo era,
haciendo que olvides que tú eres mi luz y mi vida.

Mis ojos muestran cansancio y su color ahora es pálido,
habiendo perdido ese brillo que lucían en el pasado.
Mi frente muestra los signos del paso de un frente cálido
que arruga mis pensamientos y desfiguran mi posado.

No quiero volver atrás ni desandar todo lo andado,
sólo quiero recuperar lo que dentro tengo abandonado,
y que no tengas que recordar para imaginarme a tu lado,
que sólo me tengas que mirar para saberme enamorado.

Tengo miedo a que un día te levantes y me digas,
lo siento mucho pero creo que me he equivocado.
Salir solo a la calle sin que tú ni nadie me siga,
cabizbajo y encorvado por haberte…. Por haber fallado.

Por eso te pido ayuda, más de la que ya me has dado,
para encontrar la manera de hacerte feliz y plena
para que nunca pienses que de ti no estoy enamorado
para que siempre sientas que YO soy el que te llena.

Eres mi amor, eres mi vida, eres mi amiga,
mi amante, mi ilusión, mi compañera.
Has sido y eres mi mejor elección.

Rutinas

Me levanto con tiempo y sin él,
duchando el alma que se despereza
entre el vaho que llega hasta la puerta
donde detrás dormida sueñas.
Visto el cuerpo de azul y negro
sin llegar a verme en el espejo
y salgo al mundo y te veo,
y me paro, y sigo y desayuno.
Días que se repiten
pero no sus momentos.
Porque hay veces que no sigo
y te avanzo y te llego,
y veo destapado tu cuerpo entero
y siento que tú eres lo que quiero.
Me desnudo y no miento
si digo que sentirte siempre dentro
es el cielo, mi destino y mi sustento,
que me comas con tus besos
y tu boca todo entero que hasta siento
mil espasmos, sacudidas y …. Me muero.
¿sabes que no puedo,
cuando bocabajo te veo
dormida en la cama y sin nada
como estabas esta mañana,
no pensar en entrar dentro
y follarte fuerte y lento?
¿sabes que deseo
que me tomes sin rodeos,
dormido a tu lado y sin nada
como cada noche en la cama,
y verte arriba en mi centro
y que me folles fuerte y lento?
¿Sabes que te quiero
y la suerte que yo tengo?
¿Y qué te amo más que a nada?
¿Qué te miro cada mañana
y que con eso estoy contento
y luego me ducho con tu cuerpo?

Heroína

Nadie me dijo que esto sería así.
Nunca pensé lo suficiente en ello.
Alucinaciones invaden mi camino
entorpeciendo lo que no veo
y haciéndome caer sin frenos.
Nadie me dijo que yo sería así.
La calle se derrumba a cada paso
que voy dando desequilibrado.
¡Mírame! ¡Maldita sea!
Mírame y vomita con lo que ves.
No te cortes porque entiendo lo que sea,
no en vano, yo ya no soy lo que era.

Me desnudo con las manos dormidas
y me tuerzo en el intento las muñecas.
Entonces me tiro al suelo y lucho
contra pantalones y camisetas.
Con la boca estiro el nudo de la goma
que asfixia mi adormilado antebrazo
mostrando al aire todas mis venas.
Con todo preparado tardo media hora
en poder empotrar la muerte en la musa.
Estoy en vena.

Nada que ya nadie pueda decirme.
Todo el dolor, tantas lágrimas,
ahora todo desaparece.
Allí estaré, todo lo que quieras,
toda mi vida, para ti por siempre jamás.
Ahora por fin veo que es lo que quiero.
Ahora sé por qué quiero y no puedo.
Ahora sé que por fin me muero.
Y allí me iré, solo, como ahora me veo,
desnudo tirado en el suelo
con una aguja agarrada a una veta
a la puerta donde se cierra el cielo.

Paz, tiempo para mí, para la razón.
Huyo en busca del ansiado tránsito
que vestido de blanco me espera
al final del corredor para acunarme
entre sus brazos llenos de amor
y devolverme a la vida otra vez.
¡Maldita sea! Ahora el que vomita soy yo.

No tuve fuerzas para poder presionar
con mis manos muertas la cánula
en su totalidad y me quedé a la mitad
mientras gravitaba por un universo fetal
de armonía, tranquilidad y calma total.
¡Maldita sea! ¡Podía volar, joder!
Me habéis jodido sin daros cuenta.
¡Coño! Dejadme morir en vena